martes, 16 de junio de 2009

Educando a los niños

Es que mi hijo nunca me obedece”. Si usted es de los que repite esa frase, ojo, está en problemas: puede ser que sus pautas de crianza no estén funcionando o que su hijo presenta problemas de salud.

Lo primero que se debe hacer es revisar la edad del pequeño, para confirmar que esté en la etapa de comprensión de palabras y de oraciones. Esta suele darse desde los 3 años de edad. Es por esto que es normal que antes de esta edad el niño no siga las recomendaciones dadas por los adultos.
Según el neurólogo pediatra Álvaro Izquierdo, a partir de los 9 meses los niños hacen caso a órdenes sencillas. Sin embargo, en algunas oportunidades desacatan la orden, porque están en la etapa de exploración y conocimiento, la cual se manifiesta con el tacto.

A partir de los 2 años los niños comienzan a entender las órdenes de los padres, pero es solo al cumplir 4 que ellos comprenden el verdadero significado de la obediencia.

A los 3 años, los pequeños empiezan a entender que la palabra NO cambia la estructura de la frase. Por eso, es necesario que los padres les hablen con frases afirmativas. Por ejemplo: en vez de decir “no agarres eso”, deben decirle: “deja quieto eso”.

Cómo lograrlo

Para conseguir que el niño sea obediente, también es fundamental explicarles a los hijos que siempre les deben hacer caso a los adultos con quienes quedan a cargo; los padres deben cumplir lo que prometen e inculcarles desde temprana edad las rutinas.

Con los hábitos, los menores se disciplinan en sus actividades y, de la misma manera, aprenden a obedecer órdenes de los mayores.

Sin embargo, el hecho de que un niño no cumpla una orden del padre, no quiere decir que sea desobediente. Si, por el contrario, el niño siempre se subleva, se debe revisar la causa de esta actitud.

El especialista Álvaro Izquierdo explica otras razones por las que un niño podría desobedecer: “Puede tener retardo mental, poca comprensión del lenguaje, déficit de atención o trastorno de posición desafiante”.

Si el caso es que en la casa es terrible y en el colegio un ‘santo’, o viceversa, se deben revisar las estrategias de educación. En alguno de los lugares están fallando con las pautas de crianza.

¿Cómo reconocerlo?

Un niño desobediente es aquel que hace pataleta, rabieta, situaciones de ira, que no hacen caso a las normas que le ponen en casa ni en el colegio, o que son voluntariosos.

Según Ana María Chapiro, siquiatra infantil, los padres y cuidadores deben aprender a determinar si el niño está haciendo una rabieta porque está cansado, o porque las jornadas escolares son muy largas.

“Una de las causas principales de desobediencia es que los límites de la casa no están bien implantados. Esto lleva a que los niños se sienten inestables y que no sepan hasta dónde llegar”, señala Chapiro.

Otro de los momentos usuales es cuando dicen que solo le obedece a la mamá. Si esto sucede es porque el niño no tiene claridad con la autoridad. Lo más importante es recalcarles a papá y a mamá que ellos son los que tiene la autoridad de crear estos hábitos y sobre el chiquito.

Pasos para establecer rutinas

* Cree una lista con las actividades y reglas más importantes: horarios de sueño, alimentación, baño, entre otras.
* Negocie las ocupaciones con los niños. Hay que comprender que las rutinas son un plan flexible y no unas normas rígidas.

* Acompañe a los pequeños en las primeras semanas de rutinas; de esta manera, ellos sentirán seguridad.
* Entienda que la rutina impera sobre el llanto del pequeño. Cumpla el horario de los hábitos. De esta forma se crea la disciplina en el pequeño.

* Enséñele que existen los turnos.

miércoles, 10 de junio de 2009

Educandonos

La televisión y los niños

La televisión y los niños

El papel de los padres es muy importante a la hora de controlar el tiempo y el tipo de información que reciben sus hijos de la televisión.

Pegar y castigar

Pegar y castigar

Pegar a los niños es una práctica socialmente aceptada, pero condenada por la Convención de los Derechos del niño, por considerar que carece de sentido.

Hijos de divorciados

El divorcio y los hijos

Cuanto más pequeño sea el niño, más dificultades tendrá para entender la razones por las que sus padres se separan.

Las mochilas y la espalda de los niños

La mochila de los niños

Las mochilas que los niños llevan cada día al colegio no deben superar el 15% de su peso, para evitar problemas de espalda.

Pañales

Cómo quitar los pañales

Pretender enseñar y obligar a que un niño controle la orina antes del tiempo es contraproducente. Todo llegará a su debido tiempo.

martes, 9 de junio de 2009

Los primero 6 años

Los primeros seis años son vitales para el desarrollo emocional, según Punset
Eduard Punset pues es una de las personas que más está defendiendo el buen trato, el apego y el amor como emblemas en las relaciones entre padres e hijos.
Gracias a las investigaciones que está siguiendo en su programa de divulgación científica “Redes” sabemos que no es bueno dejar llorar a los niños, que la mejor manera que tienen de crecer emocionalmente estables es ofrecerles amor incondicional y que (lleva ya un tiempo diciéndolo y ahora lo vuelve a remarcar) los primeros seis años de vida son vitales en la vida de una persona. En apenas dos minutos Punset ofrece un mensaje que parece tener una lógica aplastante pero que, al ir contra el sistema, se está desechando u obviando. El mensaje al que me refiero es que los niños necesitan cerca a personas que les den apego, seguridad, cariño y sean un ejemplo válido para crecer con confianza en sí mismos y con una buena dosis de autoestima que les permita afrontar las vicisitudes de la vida diaria con la cabeza bien alta.
Para hacer estas afirmaciones se basa en un estudio realizado con 1,467 personas de entre 62 y 72 años que en 1939, durante la segunda guerra mundial, fueron trasladados de las ciudades a zonas rurales fuera de peligro donde fueron acogidos por familias que allí vivían (nada menos que tres millones de niños se separaron de sus familias para evitar los bombardeos).
Estos niños tuvieron en promedio una vida de adultos mucho más llena de incertidumbres, de violencia, de sufrimientos,... que el promedio de los jóvenes que pudieron quedarse tranquilos en sus casas, en las grandes ciudades, relata Punset.
Estas conclusiones las extrapola a la situación actual de crisis, donde muchas madres están trabajando para sacar a su familia adelante (aunque yo diría que esta situación es así desde mucho antes de la crisis en todos los países desarrollados), dejando a sus hijos al cuidado de terceras personas (familiares o guarderías).
No es que el hecho de ir a la guardería sea algo malo o negativo. Allí les cuidan, les vigilan, les cambian, les alimentan, les estimulan y juegan con ellos. Está claro que no les va a pasar nada malo, sin embargo es mejor que un niño esté allí donde pueda recibir todo lo que su cerebro emocional necesita (no sólo de necesidades físicas vive el hombre), y este lugar suele ser cerquita de mamá y papá.
Hemos de empezar a ver a los niños como si de una argamasa se tratara que necesita de unas manos dóciles, amables y cuidadosas para moldearla. Cuanto más dulces sean estas manos, cuanto más cercanas y comprensivas sean con las irregularidades que la argamasa pueda provocar, mejor será el resultado final. Algunos países tienen claro esto (países más avanzados que nosotros, claro) y están gestionando los servicios sociales para poder dar a las madres una baja maternal más larga, con una verdadera conciliación entre trabajo y familia y con una
concepción de la crianza más afectiva que la que tenemos aquí.
Punset habla de ello al final del vídeo al recomendar que los gobiernos cambien el modo de funcionar si lo que quieren es ofrecer a los niños el mejor cuidado posible. De hecho, y no hay más que buscar en el Google: “plaza guardería” para verlo, el sistema actual es del todo insuficiente ya que hasta la fecha hay más niños sin posibilidad de entrar en una guardería que niños con plaza (recordad que el objetivo actual del gobierno es conseguir en 2010 que el 33% de los niños de hasta 3 años tengan posibilidad de entrar en una guardería).
Mucho tienen que cambiar las cosas y me alegro de que el señor Punset se haga eco de ello expresándolo públicamente: Los niños merecen crecer con sus padres para llegar a ser adultos con una vida lo más plena, equilibrada y agradable posible.
Aquí entra la función del abuelo, que si ya viene teniendo una estrecha colaboración con los hijos y una comunicación constante, puede atender, con mimos pero también con normas, los cuidados de los padres, mientras estos trabajan. Hasta la fecha nuestros nietos no han ido a ninguna guardería, pues para eso estamos nosotros disponibles. Claro está que esto no quiere decir que las guarderías sean malas, nada de eso, pero mientras nosotros podamos preferimos ser los cuidadores de nuestros nietos. Y eso que casualmente nuestros hijos sí que tuvieron que ir a la guardería, pues nosotros no teníamos unos abuelos en quien delegar.

sábado, 6 de junio de 2009

Una de nietos

Como la llegada de un nuevo miembro a la familia, es un motivo de alegria, hemos invitado a Miguel Rios para que cante.