Los primeros seis años son vitales para el desarrollo emocional, según Punset
Eduard Punset pues es una de las personas que más está defendiendo el buen trato, el apego y el amor como emblemas en las relaciones entre padres e hijos.
Gracias a las investigaciones que está siguiendo en su programa de divulgación científica “Redes” sabemos que no es bueno dejar llorar a los niños, que la mejor manera que tienen de crecer emocionalmente estables es ofrecerles amor incondicional y que (lleva ya un tiempo diciéndolo y ahora lo vuelve a remarcar) los primeros seis años de vida son vitales en la vida de una persona. En apenas dos minutos Punset ofrece un mensaje que parece tener una lógica aplastante pero que, al ir contra el sistema, se está desechando u obviando. El mensaje al que me refiero es que los niños necesitan cerca a personas que les den apego, seguridad, cariño y sean un ejemplo válido para crecer con confianza en sí mismos y con una buena dosis de autoestima que les permita afrontar las vicisitudes de la vida diaria con la cabeza bien alta.
Para hacer estas afirmaciones se basa en un estudio realizado con 1,467 personas de entre 62 y 72 años que en 1939, durante la segunda guerra mundial, fueron trasladados de las ciudades a zonas rurales fuera de peligro donde fueron acogidos por familias que allí vivían (nada menos que tres millones de niños se separaron de sus familias para evitar los bombardeos).
Estos niños tuvieron en promedio una vida de adultos mucho más llena de incertidumbres, de violencia, de sufrimientos,... que el promedio de los jóvenes que pudieron quedarse tranquilos en sus casas, en las grandes ciudades, relata Punset.
Estas conclusiones las extrapola a la situación actual de crisis, donde muchas madres están trabajando para sacar a su familia adelante (aunque yo diría que esta situación es así desde mucho antes de la crisis en todos los países desarrollados), dejando a sus hijos al cuidado de terceras personas (familiares o guarderías).
No es que el hecho de ir a la guardería sea algo malo o negativo. Allí les cuidan, les vigilan, les cambian, les alimentan, les estimulan y juegan con ellos. Está claro que no les va a pasar nada malo, sin embargo es mejor que un niño esté allí donde pueda recibir todo lo que su cerebro emocional necesita (no sólo de necesidades físicas vive el hombre), y este lugar suele ser cerquita de mamá y papá.
Hemos de empezar a ver a los niños como si de una argamasa se tratara que necesita de unas manos dóciles, amables y cuidadosas para moldearla. Cuanto más dulces sean estas manos, cuanto más cercanas y comprensivas sean con las irregularidades que la argamasa pueda provocar, mejor será el resultado final. Algunos países tienen claro esto (países más avanzados que nosotros, claro) y están gestionando los servicios sociales para poder dar a las madres una baja maternal más larga, con una verdadera conciliación entre trabajo y familia y con una
concepción de la crianza más afectiva que la que tenemos aquí.
Punset habla de ello al final del vídeo al recomendar que los gobiernos cambien el modo de funcionar si lo que quieren es ofrecer a los niños el mejor cuidado posible. De hecho, y no hay más que buscar en el Google: “plaza guardería” para verlo, el sistema actual es del todo insuficiente ya que hasta la fecha hay más niños sin posibilidad de entrar en una guardería que niños con plaza (recordad que el objetivo actual del gobierno es conseguir en 2010 que el 33% de los niños de hasta 3 años tengan posibilidad de entrar en una guardería).
Eduard Punset pues es una de las personas que más está defendiendo el buen trato, el apego y el amor como emblemas en las relaciones entre padres e hijos.
Gracias a las investigaciones que está siguiendo en su programa de divulgación científica “Redes” sabemos que no es bueno dejar llorar a los niños, que la mejor manera que tienen de crecer emocionalmente estables es ofrecerles amor incondicional y que (lleva ya un tiempo diciéndolo y ahora lo vuelve a remarcar) los primeros seis años de vida son vitales en la vida de una persona. En apenas dos minutos Punset ofrece un mensaje que parece tener una lógica aplastante pero que, al ir contra el sistema, se está desechando u obviando. El mensaje al que me refiero es que los niños necesitan cerca a personas que les den apego, seguridad, cariño y sean un ejemplo válido para crecer con confianza en sí mismos y con una buena dosis de autoestima que les permita afrontar las vicisitudes de la vida diaria con la cabeza bien alta.
Para hacer estas afirmaciones se basa en un estudio realizado con 1,467 personas de entre 62 y 72 años que en 1939, durante la segunda guerra mundial, fueron trasladados de las ciudades a zonas rurales fuera de peligro donde fueron acogidos por familias que allí vivían (nada menos que tres millones de niños se separaron de sus familias para evitar los bombardeos).
Estos niños tuvieron en promedio una vida de adultos mucho más llena de incertidumbres, de violencia, de sufrimientos,... que el promedio de los jóvenes que pudieron quedarse tranquilos en sus casas, en las grandes ciudades, relata Punset.
Estas conclusiones las extrapola a la situación actual de crisis, donde muchas madres están trabajando para sacar a su familia adelante (aunque yo diría que esta situación es así desde mucho antes de la crisis en todos los países desarrollados), dejando a sus hijos al cuidado de terceras personas (familiares o guarderías).
No es que el hecho de ir a la guardería sea algo malo o negativo. Allí les cuidan, les vigilan, les cambian, les alimentan, les estimulan y juegan con ellos. Está claro que no les va a pasar nada malo, sin embargo es mejor que un niño esté allí donde pueda recibir todo lo que su cerebro emocional necesita (no sólo de necesidades físicas vive el hombre), y este lugar suele ser cerquita de mamá y papá.
Hemos de empezar a ver a los niños como si de una argamasa se tratara que necesita de unas manos dóciles, amables y cuidadosas para moldearla. Cuanto más dulces sean estas manos, cuanto más cercanas y comprensivas sean con las irregularidades que la argamasa pueda provocar, mejor será el resultado final. Algunos países tienen claro esto (países más avanzados que nosotros, claro) y están gestionando los servicios sociales para poder dar a las madres una baja maternal más larga, con una verdadera conciliación entre trabajo y familia y con una
concepción de la crianza más afectiva que la que tenemos aquí.
Punset habla de ello al final del vídeo al recomendar que los gobiernos cambien el modo de funcionar si lo que quieren es ofrecer a los niños el mejor cuidado posible. De hecho, y no hay más que buscar en el Google: “plaza guardería” para verlo, el sistema actual es del todo insuficiente ya que hasta la fecha hay más niños sin posibilidad de entrar en una guardería que niños con plaza (recordad que el objetivo actual del gobierno es conseguir en 2010 que el 33% de los niños de hasta 3 años tengan posibilidad de entrar en una guardería).
Mucho tienen que cambiar las cosas y me alegro de que el señor Punset se haga eco de ello expresándolo públicamente: Los niños merecen crecer con sus padres para llegar a ser adultos con una vida lo más plena, equilibrada y agradable posible.
Aquí entra la función del abuelo, que si ya viene teniendo una estrecha colaboración con los hijos y una comunicación constante, puede atender, con mimos pero también con normas, los cuidados de los padres, mientras estos trabajan. Hasta la fecha nuestros nietos no han ido a ninguna guardería, pues para eso estamos nosotros disponibles. Claro está que esto no quiere decir que las guarderías sean malas, nada de eso, pero mientras nosotros podamos preferimos ser los cuidadores de nuestros nietos. Y eso que casualmente nuestros hijos sí que tuvieron que ir a la guardería, pues nosotros no teníamos unos abuelos en quien delegar.
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